En cristiano: la estampida del fin de semana.
Vale, que hay curros muy chungos y jefes ignorantes. Pero a eso de última hora de la mañana o cuando toque, los ánimos están un pelín alterados. Se sonríe más, hay un calambreo nervioso, miradas furtivas a la ventana buscando el sol ¡llega el fin de semana!
A tomar por culo el compañero/a pesado/a, la fuente de agua a la que un día de estos echarán un poco de salfumán y no se sabrá quién ha sido. Hasta luego a los papeles arrugados, anotaciones con más tachones que indicaciones coherentes, bolas, pajaritas y demás variaciones celulósicas. Hasta luego noruego a la espera absurda para que abran la puerta o portón de entrada, Au revoir a la mierda de cumpleaños que celebra Demóstenes Carajillo Garrapato y sus chistes tan malos que aburren a Dios. Jajajaja. Sabe que nos reimos por cumplir y hace como que no se da cuenta el cabrón. Despidámonos de la loncha de chorizo que lleva 3 meses detrás del microondas. Y despidámonos también por un rato de la perchona indiota que mete la fiambrera sin la tapa y deja la bandeja del práctico electrodoméstico como una vomitona esquinera de un sábado a las 3:17 de la madrugada. Por Dios, la de veces que lo hemos dicho y sigue igual. Aunque la mates.
Ya llega el viernes amiguitos. Podremos respirar un poco de aire y si nos apetece, andar en pelotas por la casa a las 11 de la mañana o ensimismarnos media hora observando una pelusa.
Pero, cuidadín. Hay dos categorías de personas. Las que van al curro en coche y las que no. Algunos podrían ir en transporte público, pero les molestan las axilas ajenas aunque no huelan. Y aqui es donde alguno se emociona demasiado y antes de llegar a casa le pasa esto:
Bocata de caspa 
la loncha de chorizo ya no está detrás del microondas. la vimos pasar sobre seis patitas diminutas hace dos semanas y desapareció bajo el rodapié del despacho del jefe…